De repente y sin previo aviso miniD empezó a llorar a la hora de ir a dormir. Repetía una y otra vez que tenía miedo por si venía un monstruo, que no quería dormir porque si lo hacía no se enteraría cuando el monstruo viniera a por él…
Yo perpleja comencé con el argumento de “los monstruos no existen” tan obvio y evidente para los mayores pero tan poco convincente para los pequeños que sufren ese temor. Y es que los pequeños tienen una imaginación asombrosa, para lo bueno y para lo malo, así que negar algo que para ellos es “real” es bastante complicado.
Viendo que esa argumentación de poco estaba sirviendo puse en marcha una serie de herramientas y pensé como me gustaría que actuaran conmigo si estuviera viviendo la misma situación.
A continuación os doy algunos tips para poder afrontar la situación.
Lo primero y más importante es proporcionar comprensión y empatía. Los niños y niñas están descubriendo el mundo y todo lo que les rodea, algo que para nosotros puede ser una tontería para ellos puede causar un gran temor (sobre todo en la oscuridad).
También habrá que tener en cuenta la edad y el nivel de desarrollo del pequeño, ya que no podremos hablar igual con un niño de 2 años, que con uno de 5 o 7, por ejemplo. El lenguaje siempre tendrá que estar adaptado a su nivel de comprensión.
Nunca menospreciar ni reírnos de su temor, para ellos es algo importante y el darle poca o ninguna importancia e incluso ignorarlo puede ocasionar que se sientan cohibidos a la hora de expresar sus miedos y sentimientos. Siempre debemos potenciar la confianza para poder expresar cualquier sentimiento.
Deja que se enfrente al miedo poco a poco. No le obligues ni le incites a enfrentarse a él de una vez por todas ya que ello puede ocasionar que se intensifique, y nunca le obligues tampoco a enfrentarse a él en solitario porque podría aumentar su ansiedad y contribuir a que su miedo perdurara más en el tiempo.
Partiendo de estos puntos, ahora os voy a contar como me afronté yo a la situación.
Particularmente me vino muy bien contarle que yo, cuando era pequeña, también sentía ese mismo miedo. Que a mí me ayudaba el tener una lucecita encendida.
De esta forma estaremos empatizando, transmitiendo el mensaje de que eso que siente es normal, que muchos pasamos por ello y se puede superar. Le damos herramientas con las que juntos podemos conseguir reducir su nivel de miedo (por ejemplo el dejar una luz encendida o revisar juntos la habitación para ver que no hay monstruos).
Por último, transmitirle todo nuestro apoyo, el hacerles sentir acompañados y que estamos ahí para lo que necesiten.
Al final mas tranquilo consiguió dormir plácidamente y al día siguiente le propuse una actividad.
¿Por qué los monstruos si existieran tendrían que ser malos?
Le conté cómo me imaginaba yo a los monstruos (unos seres de colores con caras graciosas). Así que con trozos de fieltro de colores nos pusimos a confeccionar unas marionetas de simpáticos monstruos.
La verdad es que ha sido todo un éxito y ahora jugamos con unos monstruos que no dan nada de miedo.